Cada día que empieza es un nuevo reto. Cada día que termina
es un desafío completado con sudor y lágrimas. Cada momento es una manera de
tortura, ya sean golpes, insultos o navajazos. En mi cuerpo tengo obras de arte
hechas por mis compañeros, por sus navajas para ser más exactos. Mi cerebro va
a mil por hora, pues tengo que encontrarle el significado a cada insulto, a
cada cosa que me dicen. Mis reflejos están marchitos como una máquina que no se
usa nunca, o una flor a la que no se le echa agua, pues no puedo, ni quiero, ni
debo responder a cada golpe. Sólo puedo desear que hoy tengan un buen día mis
agresores. Me podría ganar la vida en el teatro, pues tengo que fingir delante
de profesores, padres, tíos y abuelos que estoy bien. Tengo que fingir que
estudio, cuando no puedo parar de llorar. Tengo que fingir que en realidad saco
ceros porque no me concentro, cuando en realidad es porque no me dejan
concentrarme, pues hasta en los exámenes recibo insultos. Tengo que fingir que
no salgo a la calle con amigos porque hace calor, o hace frío, cuando la
realidad es que si salgo estaría sólo hasta que me encontrase con alguno de mis
agresores que aprovechan cada momento que tienen para hacerme la vida más
imposible todavía. Los mayores a esto lo llaman bullyng, yo lo llamo ser
un inhumano. Inhumano el agresor, e inhumano el que soporta todo esto que a mí
me está pasando. También tengo que fingir que no presto atención porque me encuentro
mal, cuando en realidad, no atiendo porque no me dejan. No puedo hablar con
nadie de esto, ni siquiera con los peluches que me han ocasionado todo esto.
¿¡Por qué a un chaval de catorce años no le pueden gustar los peluches!? ¿¡Por
qué un chaval de catorce años no puede usar todos sus ahorros del año para ir a
Disneyland-París a ver a sus ídolos, en vez de comprarse un móvil que
parece un Ipad, súper grande!? No entiendo por qué. No entiendo por qué no
puedo tener gustos del como dicen ellos, un crio de cinco años. Creo que no hay
ningún problema en que vea dibujos que
son de niños más pequeños. No sé por qué no me puede parecer
guapa Minnie o por qué no me puede parecer mono Pluto. No sé por
qué no puedo levantarme media hora antes para ver los dibujos que me gustan, o para ver cualquiera de las series que me gustan, y que como
dicen mis compañeros, son ridículas y para niños. No sé por qué tengo que ser
como ellos. No sé por qué me tiene que gustar la Play, no sé por qué
tengo que tener una novia para después de un rato dejarla, alegando que es que
no es mi estilo. No sé por qué tengo que tener esta basura de vida cuando a los
que me hacen todo esto no les pasa nada, sólo buenas cosas y diversión. No sé
por qué me han escogido a mí para ser con quién meten. No le deseó esta vida a
nadie, y menos a mí, es por eso, que esta carta es mi despedida para quien la
lea. Quisiera agradecer a todas las personas que si me han querido, y aunque no
hayan, ni siquiera intuido mis lágrimas, me han querido siempre. Gracias mamá,
gracias papá, gracias abuela, habéis sido la razón por la que no he hecho esto
antes. Y gracias también a David, que aunque no haya querido juntarse conmigo
porque le tiene asco a la gente que viste siempre de blanco, nunca ha
potenciado que me insulten. Has sido el único, y por eso te doy muchas gracias.
Si hay alguien que no haya dicho, y que crea que debería haberle nombrado, le
pido perdón y quiero que sepa, que esta carta va para él también. No os
asustéis cuando me veáis, esto que voy a hacer es lo mejor para mi, y para
vosotros, así no veréis como me levantó antes para ver dibujos, ni como gasto
todos mis ahorros en ir a ver muñequitos. Lo siento. Os quiero.
-Esta es la carta que dejó Alfredo antes de que le
encontraran en el otro mundo. Impactante carta en la que explica las razones
que le llevaron a cometer tal locura. Ahora, sólo falta encontrar a quien
Alfredo nombra en la carta - anunció
el presentador de Telecinco entre sollozo y sollozo de la madre de Alfredo.
-By A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario